27 de diciembre de 2011

Relato: Dormir

Aquí os dejo con un relato que he hecho yo personalmente. No soy un escritor profesional, asique no seais muy duros conmigo.

La oscuridad se cierne sobre la ciudad, y parece que mis pasos no me llevan a ninguna parte. La sombra que me persigue avanza peligrosamente. Intento evadirla, darle esquinazo, pero me es imposible, es mucho más rápida que yo. Estoy a demasiadas manzanas de mi casa como para intentar llegar. Necesito un lugar donde guarecerme lo antes posible.

Me detengo en un callejón oscuro, lleno de humedad y basura. Veo a mi perseguidor en la calle por la que entré. Se detiene y prosigue su camino. Respiro aliviado. Hecho a andar por la parte opuesta del callejón.

Sigo intranquilo. Miro a todas partes sin cesar. Esto no puede seguir así. Hace varias semanas que una persona me sigue. Siempre he conseguido evitarla antes de poner rumbo a mi hogar. No se quien será, ni lo que quiere, pero así es imposible vivir tranquilo. He intentado ir a la policía, pero me dicen que sin pruebas fehacientes, no pueden hacer nada.

Estoy a escasos metros de mi casa. Miro en todas direcciones para asegurarme que no hay nadie cerca. Abro la puerta y entro rápidamente. Vivo en una casa de varias plantas, por lo que los únicos vecinos, son los que tengo a ambos lados de la misma; aunque en esta fechas se encuentran de vacaciones fuera de la ciudad.

Cierro la puerta con las llaves y conecto la alarma. No le había dado tanto uso como en las últimas semanas. Cualquier precaución es poca. Subo a la habitación y me pongo ropa más cómoda. Me preparo la cenar, la cual ingiero delante del televisor. El corazón me sigue latiendo a toda velocidad, pero estoy mucho más tranquilo. Hasta mañana no me tendré que volver a preocupar. Espero que esto termine pronto.

Vuelvo a la cocina y limpio los platos de la cena y la comida, que por las prisas de ir al trabajo, no había podido hacer antes. Apago la televisión de la cocina y acto seguido la del comedor. Subo al piso de arriba. Entro en el baño y me hecho agua fría en el rostro. Esto muy cansado, necesito dormir lo antes posible.

Fuera empieza a llover con mucha fuerza. Los truenos hacen acto de presencia. En la televisión habían dicho que la noche se pondría peor que los días anteriores, pero nunca imaginé una tormenta de esta magnitud. Me meto en la cama.

De pronto me doy cuenta. Respiro acelerado. En ningún momento había encendido la televisión de la cocina. Me quedo paralizado, no se que hacer. Tengo que llamar a la policía. Descuelgo el teléfono, pero no hay linea. Intento encender la luz, pero tampoco obedece. Ha debido ser la tormenta, ¿o no?

Necesito luz de alguna manera. Miro en el armario pero no hay nada de utilidad. Acto seguido me doy cuenta que en el sótano tengo linternas. Tengo que bajar allí como sea. Quien me mandaría guardarlas allí abajo. Abro la puerta que da acceso al frío y húmedo sotano. Intento dar la luz sin acordarme que se había ido. Cierro los ojos durante unos segundos, antes de emprender el interminable descenso. Todo parece normal. Nada esta fuera de lugar. Busco la linterna rápidamente y subo las escaleras con ella en mi poder.

Subo a mi cuarto. Cierro la puerta y coloco una silla para asegurarme que nadie entre sin que yo me entere. Me meto en la cama y permanezco ahí, sin moverme. Miro al armario...¿había cerrado la puerta? Pues claro que la he cerrado, no te imagines cosas que no son.

Oigo una risa que proviene de algun lugar muy cercano. Me pongo nervioso, no se que hacer, ¿salir corriendo? ¿gritar? Seguramente cualquier opcion sea inútil. El armario se empieza a abrir lentamente, y una familiar figura sale de él. En su mano lleva un objeto que brilla con los relámpagos de la noche. Se acerca lentamente hacia mi, con una terrible sonrisa en su rostro y una risa que helaría el mismísimo infierno. Me quedo quieto y me preparo para lo inevitable.

El brillante objeto entra lentamente através de mi piel. El hombre permanece con el mismo rostro. Completamente impasible. Saca el cuchillo de mi cuerpo y lo limpía con las sábanas. Retira la silla de la puerta y se va. Oigo como sale de la casa.

Tengo mucho frío y empiezo a ver borroso. Al final ha conseguido seguirme hasta mi casa. ¿Quien era este horrible hombre? Seguramente alguien que simplemente, disfruta asesinando. Me dejo llevar por el manto de la muerte. Cierro los ojos y respiro por última vez. Sonrío. Al fin podré dormir tranquilo.

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